La posición en que han quedado los diferentes servicios de descarga directa tras la operación contra Megaupload es muy complicada: un exceso de permisividad les puede costar todo el peso de la ley, pero restringir demasiado a sus usuarios les condena al ostracismo. Ante semejante panorama, es comprensible que todos anden corriendo sin saber muy bien hacia donde, lo cual en realidad es el mejor resultado que los opositores a esta clase de herramientas podían esperar.
Fileserve en concreto fue uno de los primeros en mover ficha tras el golpe de la justicia estadounidense, retirando contenidos problemáticos e impidiendo que los usuarios pudieran compartir con otros los archivos cargados. Por evitar un cierre a corto plazo, estaban provocando un suicido a medio o largo plazo.
Perdiendo su principal atractivo, Fileserve habrá experimentado una fuga de usuarios a la que solo podían poner fin dando marcha atrás y levantando la restricción impuesta. Así pues, de nuevo es posible descargar cualquier archivo desde este servicio, y no solo aquellos que el propio usuario haya subido a su cuenta.
El poderoso efecto del miedo
El problema, claro está, es que con este constante cambio de decisiones uno ya no sabe en quién confiar a la hora de elegir un servicio de este tipo. Forzados por las circunstancias, modifican sus condiciones de manera unilateral y sin previo aviso para frustración de sus usuarios. Ayer mismo hablamos del cambio dado por Rapidshare, pero es imposible saber quién será el próximo y qué camino tomará.
Y como decía al principio del artículo, son los defensores de las restricciones quienes están ganando la batalla sin tener que mover ni un dedo. El cierre de Megaupload ha desencadenado una corriente de pánico entre los servicios del mismo palo que les está llevando a destruirse por sí mismos. Y lo peor es que no se me ocurre cómo pueden salir de este círculo.
¿Estamos ante el fin de las descargas directas a gran escala? Posiblemente el movimiento de Fileserve tenga mucho que ver en el futuro de esa respuesta. Si tras levantar sus restricciones consiguen retomar el vuelo y puede que incluso ocupar el hueco dejado por Megaupload, seguro que otros pronto se sumarán a la idea de abrir de nuevo sus puertas; pero si la justicia vuelve a actuar y les corta a ellos también el grifo, el panorama se pondrá más negro todavía.
Puertas al campo
No es de extrañar que tal y como están las cosas, cada vez más personas estén decidiendo volver a la senda del P2P, especialmente con las descargas por torrent como principales beneficiadas. También este terreno está en el ojo del huracán y la ofensiva contra The Pirate Bay da buena fe de ello, pero una vez más surgen cien alternativas por cada limitación marcada y la apuesta por los enlaces magnet así lo demuestra.
El almacenamiento en la nube no va a morir, eso es obvio, pero con toda probabilidad éste quedará reducido a servicios tipo Dropbox o Skydrive, indiferentes para los defensores de los derechos de autor. El panorama es diferente para Filserve y compañía, que ni pueden hacerse pasar por servicios destinados al simple uso personal, ni son capaces librarse tan fácilmente de las represalias como el descentralizado P2P. Para bien o para mal, su futuro se va a decidir a muy corto plazo; seguramente antes de terminar el 2012.
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