Sacudiendo a los mercados financieros con sus propuestas de izquierda, la candidata presidencial peruana Verónika Mendoza ha sacado provecho del descontento de quienes se oponen a la favorita conservadora Keiko Fujimori, hija del expresidente Alberto Fujimori, condenado a ocho años de prisión por el desvío de fondos públicos para comprar la línea editorial de diarios sensacionalistas en el año 2000.
Si bien sus detractores la han calificado de “roja” y “chavista”, y la acusan de querer gobernar al país con un sistema económico similar al de Venezuela, según las firmas encuestadoras del país vecino, Mendoza es percibida como una figura refrescante en la arena y atrae a quienes rechazan a las figuras tradicionales.
De hecho, líderes de España, Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Uruguay expresaron su apoyo a la candidata en un video, en el que aparece el secretario general del partido español Podemos, Pablo Iglesias; la vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador, Rosana Alvarado; el diputado argentino Leonardo Grosso; los chilenos Camila Vallejo y Giorgio Jackson, y la colombiana Ángela María Robledo.
No obstante, aunque no aludió directamente a Mendoza, el presidente del Banco Central peruano, Julio Velarde, dijo que había cierto nerviosismo en el mercado por las elecciones, ya que se cuestiona cómo asumiría una presidenta de izquierda una economía como la de Perú, importante productor minero en la región, ha vivido en la última década un periodo de auge económico sostenido al amparo de políticas económicas de libre mercado.
La candidata ha rechazado ser una izquierdista radical, y dice que busca un modelo moderado, como Uruguay.
“No hay un país del cual quieras copiar todo porque nuestra realidad es diferente, ¿pero por qué no evocar a Uruguay, donde tienes un Estado fuerte y transparente?”, dijo públicamente.
Mendoza propone cambiar el actual modelo económico orientado a la exportación de materias primas, que ahora sufre una desaceleración.
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