Los peruanos están convocados este domingo para elegir presidente, que puede ser por primera vez una mujer, pues los sondeos dan como favorita a Keiko Fujimori, hija del exmandatario Alberto Fujimori, actualmente preso.
Diez candidatos están en liza, los supervivientes de una nueva ley electoral implacable que dejó por el camino a nueve aspirantes, dos de los cuales tenían el viento de los sondeos a favor.
En cabeza de las preferencias, aunque prácticamente sin moverse desde el inicio de la campaña, figura Keiko Fujimori, del partido Fuerza Popular (derecha) con el 35% de los votos, avizorando un balotaje el 5 de junio.
Keiko perdió su pulso anterior con el presidente saliente Ollanta Humala, un exmilitar que se alzó contra su padre, la hija del que fuera presidente del convulso Perú entre 1990 y 2000.
La candidata se ha paseado hasta el último rincón del país y, sin renegar totalmente del legado de su padre, que provoca repulsa en una parte de la sociedad, trata de dar una imagen de demócrata moderna e independiente.
Para bien o para mal, a Keiko le resulta difícil desprenderse de la larga sombra del populista autoritario que fue su progenitor, que a los 77 años purga una condena de 25 años por corrupción y crímenes de lesa humanidad, con mucha prédica todavía entre los pobres y en las zonas rurales.
Pugna por la segunda vuelta
Pugna por la segunda vuelta
En la pugna por llegar a la segura segunda vuelta, chocan la joven Verónika Mendoza, de 35 años, del izquierdista Frente Amplio, y Pedro Pablo Kuczynski, del centroderechista Peruanos por el Kambio, que aparecen segundos en los sondeos con un empate técnico en torno al 15%.
Mendoza, educada en Francia, es una cara nueva que exhibe una voz dulce pero determinada que ha escalado en los sondeos en las últimas semanas con una propuesta económica alternativa.
Una novedad en un país donde en los últimos años todos los presidentes, independientemente de su lineamiento político, han priorizado la economía de mercado.
Pese a que el presidente saliente Ollanta Humala coqueteó durante su campaña con el socialismo del Siglo XXI del venezolano Hugo Chávez, tras asumir en 2011 abrazó la ortodoxia económica, montado en la cresta de un pujante crecimiento promedio anual de más de 6% que impulsó a Perú desde 2006.
Tras la desaceleración desde 2013 por la caída de las materias primas, Perú creció 3,26% en 2015, superando expectativas y a la mayoría de sus pares de la región.
Ese desempeño le ha servido de muy poco a Humala, quien dejará la casa Pizarro, la sede presidencial, con la popularidad por el piso y sin un candidato de su partido para sucederle.
Ni Alan García ni Alejandro Toledo, ambos expresidentes que no acaban de zafar de la sombra de la corrupción que los persigue, parecen cosechar los amores de un electorado en permanente búsqueda de caras nuevas ante el desprestigio de la clase política.
Volatilidad del electorado
"En Perú se vota por la persona que inspira más confianza y simpatía, no se vota por programas económicos ni ideologías", advierte a la AFP el exministro de Trabajo Jorge González Izquierdo, quien no tiene duda de que una victoria de Keiko en la primera vuelta "no le garantiza en absoluto" que venza en la segunda.
"La segunda vuelta es un partido de fútbol nuevo y se empieza con el marcador a cero", zanja.
Y los electores peruanos son impredecibles como ya han demostrado en ocasiones anteriores en que han dejado sorpresas mayúsculas, como cuando ganó en 1990 un desconocido Fujimori frente al archifavorito escritor Mario Vargas Llosa.
Por eso, es arriesgado hacer cualquier vaticinio de lo que pueda suceder el domingo, cuando los electores elegirán asimismo a los dos vicepresidentes de la fórmula presidencial y a los 130 diputados de la Cámara única peruana.
Los desafíos
Los desafíos
Quien quiera que empuñe el báculo presidencial a partir del 28 de julio, se encontrará con un campo minado de desafíos, empezando por la inseguridad rampante y una economía muy dependiente de los recursos mineros, de la pesca y el agro, en plena desaceleración en un País que este año crecerá en torno al 3%, muy lejos del 6,9% de 2011.
"Muy por debajo del 7% que se necesitaría para resolver los problemas de la extrema pobreza, la desigualdad en la distribución de la riqueza y la desigualdad de oportunidades" que sufren los peruanos, dice González.
Y la única forma de conseguirlo es con una batería de reformas que pasan por la mejora de la educación y la salud, el funcionamiento del Estado y las instituciones, y una inversión masiva en infraestructuras.
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